Powered By Blogger

miércoles, 20 de julio de 2011

El pan nuestro de cada día.

Cuando salimos a pueblear por nuestro país, hay algo que a mi esposo y a mi nos fascina que es comprar pan de pueblo. Acostumbrados a consumir pan hecho en hornos de gas, con más levadura que los hace esponjosos, pero sin consistencia, cualquier tipo de pan hecho de forma diferente es todo un hallazgo.

Puedo hacer un recuento del pan más delicioso que he consumido en mi vida.  Vamos por partes... Cuando era joven (hace ya muchos ayeres) caminábamos un buen tramo para ir al pan de un señor que tenía su negocio antes de llegar al Jardín de San Miguel. Lo hacía en horno de leña y era una delicia comerlo.

Mi hermana, quien vive en Aguascalientes, siempre que puede lleva a las reuniones familiares pan de Encarnación de Díaz (La Chona de cariño); las campechanas  son las más solicitadas por todos, con un dejo a polvorón que las hace especiales.

En nuestros viajes a Veracruz, nos gusta llegar a Papantla. Además de conseguir vainilla, al lado del mercado venden un pan hecho a la leña muy rico, especialmente las rosquitas. De ese pan siempre compramos varias bolsas para el camino o para cenar en el hotel donde nos hospedemos en Costa Esmeralda.

Ahora que fuimos a Valle de Bravo nos recomendaron mucho las campechanas. Mientras compraba una ensaladera de madera para la ensalada César, mi esposo surtió una bolsa de campechanas y un pan de pueblo grande. Las campechanas son crujientes, sumamente delgadas las capas y deliciosas. El pan es suave, con suficiente mantequilla que al calentarlo le da un sabor exquisito.


Cuando vayan de viaje por el país, busquen el pan que aún se hace de la forma tradicional. Apreciarán una gran diferencia del pan que consumimos en la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario